El escritor Juan Goytisolo ha muerto este domingo, 4 de junio, a los 86 años en Marrakech (Marruecos). El novelista barcelonés, que obtuvo en 2014 el Premio Cervantes, recogió el más importante galardón de las letras en español luciendo en Alcalá de Henares la única corbata que tenía en el armario y dedicando su discurso a los habitantes de la medina de Marrakech, sus vecinos desde que se instalara allí en 1997 con la familia de su amigo, y expareja, Abdelhadi. Hasta ese año, y desde 1956, sus vecinos eran los inmigrantes del Sentier parisino, el barrio en el que vivió con su esposa, la escritora francesa Monique Lange. En París recaló después de abandonar para siempre Barcelona, donde había nacido el 5 de enero de 1931.
Su infancia estuvo marcada la muerte de su madre, Julia Gay, en 1938 durante un bombardeo de la aviación franquista sobre la Ciudad Condal. Aquella desaparición dejaría al cuidado de su padre a los hermanos Goytisolo (Marta, José Agustín, Juan y Luis) y funcionaría como hito sentimental en la obra de los tres varones cuando se convirtieron en escritores.
Debutante como narrador en los años de la literatura social de posguerra —su primera novela, Juegos de manos, es de 1954—, Goytisolo siempre estableció una relación directa entre su abandono del realismo y la asunción de su homosexualidad. A contar esa evolución personal, remontándose a la infancia, consagró en los años ochenta del siglo pasado dos magistrales libros autobiográficos: Coto vedado y En los reinos de taifa.
Una de sus obras más emblemáticas es, sin embargo, una novela prohibida en España hasta la muerte de Franco cuyo título provisional salió de un verso de Luis Cernuda, referente intelectual de Goytisolo: "Mejor la destrucción, el fuego". El libro se publicó en México en 1966 con un título que marcaría una época: Señas de identidad.
Novelas como Reivindicación del conde don Julián, Juan sin tierra, Makbara, Las virtudes del pájaro solitario o Carajicomedia recurrieron a la experimentación formal para abordar asuntos tan tradicionales como las miserias políticas y literarias españolas, la tradición sufí o la mística sanjuanista. En paralelo, Goytisolo fue publicando en forma de libro sus reportajes sobre Argelia, Chechenia o el Sarajevo asediado durante la guerra de los Balcanes.
Goytisolo vivía en Marraquech con lo que él llamaba su “tribu” —la familia de Abdelhadi— pero nunca dejó de viajar a París para visitar a la hija y a la nieta de Monique Lange o a Barcelona para hacer lo propio con sus sobrinos, de los que hablaba con una devoción doblemente conmovedora en alguien poco dado a las efusiones.
En marzo de 2015, semanas antes de recibir el Cervantes de manos del Rey Felipe VI, depositó en la Agencia Balcells un libro inédito con la orden de que se publique 10 años después de su muerte. Cuando se le preguntaba por el contenido, Goytisolo contestaba, lacónicamente, que trata “sobre asuntos sociales y personales”. Nunca una respuesta tan plana habrá retratado mejor la obra de alguien que cruzó hasta el final sus zozobras vitales con las de su tiempo.
Juan Goytisolo será enterrado en el cementerio civil de Larache (norte de Marruecos), según informaron a Efe fuentes consulares españolas que se han hecho cargo del cadáver. Goytisolo había dejado claro que quería ser enterrado en Marruecos y que no deseaba que fuera un cementerio católico, con lo que no quedaban muchas opciones, ya que la mayor parte de cementerios son camposantos musulmanes, judíos o cristianos. La familia "ha considerado que el cementerio civil de Larache es una buena opción", señalaron las fuentes. Allí está enterrado el escritor francés Jean Genet, por quien Goytisolo siempre profesó admiración.
[Fuente: El País]
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